Crónica anunciada


Pensaba hoy en lo importante que resulta, cuando el camino se desvía, reconducir la vista hacia donde se quiere ir, en lugar de continuar mirando en la dirección equivocada.

Y para ello es imprescindible identificar las ilusiones, la vida que se desea tener, para poder concretar la trayectoria a seguir.

Es necesario elegir voluntariamente el propio destino sin asumir el que otro indique ni responder a expectativas ajenas, sin renunciar a los sueños, determinado las metas a alcanzar, y realizando las acciones necesarias para ello.

Hay que ser consciente de los recursos de los que se dispone y confiar en los mismos, tomando decisiones, afrontando los cambios, enfrentando ese miedo limitante que disminuye la valoración personal y obstaculiza la consecución de los objetivos.

Hay que detenerse periódicamente a analizar si se permanece en la línea marcada o se ha perdido el rumbo, para corregir, retomar, desandar si es necesario, y volver a poner en lo deseado toda la atención, toda la energía, sin dispersiones, sin distracciones que minen y conduzcan a la desmotivación, al vacío interior, y a la falta de sentido vital.

Hay que ser flexible para ajustar los pasos a la evolución personal, aceptando aquellas circunstancias sobre las que no se tiene control, y modificando aquellas otras que, inicialmente, se preveían inalterables.

Y hay que poner pasión e ilusión en el recorrido, focalizarse, porque no saber dónde se quiere ir puede suponer acabar en cualquier parte, y porque conocer el camino que desea recorrerse es la única forma de reconocer el desvío de la ruta trazada.

Feliz día.

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