El síndrome de la rana hervida

Pensaba hoy en el síndrome de la rana hervida, y su relación con la zona de confort.

Si se coloca a una rana dentro de una olla con agua hirviendo, esta saltará inmediatamente sintiendo el peligro. 

Por el contrario si el agua está fría, la rana se hayará en su "zona de confort", y si aquella va calentándose paulatinamente, la rana no reaccionará, sino que se esforzará en ir acomodando su temperatura corporal a la del agua, de tal manera que, cuando esta  hierva, morirá al haber agotado sus fuerzas y no disponer de las necesarias para saltar.

Las personas, al igual que la rana, tendemos a acomodarnos en lo conocido, en nuestra "zona de confort", llegando a no detectar cambios graduales, pequeños pero contínuos, que conducen a la infelicidad.

Porque, aunque esta "zona de confort" pueda parecer cómoda al resultar conocida y segura, aumentar su perímetro incluyendo malestar, provocará incrementar el umbral del dolor, incluyendo en ella el disconfort interno.

Traspasar dicha zona produce miedo  e inseguridad, y estos pueden llevar al inmovilismo e incluso al autoengaño, buscando la manera de que la información ambigua encaje, y restando importancia o buscándole errores a aquella información que justificaría la necesidad de saltar.

Por eso es importante replantearse la "zona de confort"' contemplándola incluso desde fuera,  preguntarse si lo que ocurre es lo que nos gustaría que estuviese ocurriendo, y si la situación todavía se ajusta a nuestros deseos, o por el contrario se ha desvirtuado convirtiéndose en una "zona de disconfort", incómoda e insostenible, a la que nos hemos adaptado.

Perder el miedo a salir de la "zona de confort", empieza desde dentro, en la confianza en uno mismo, y en saber que todo aquello que limita física y emocionalmente, ha sido decidido, autoimpuesto en las propias creencias.

Conviene recordar que no fue el agua hirviendo lo que mató a la rana, sino su adaptabilidad a la incomodidad hasta la extenuación.

Adopta las acciones adecuadas antes de estar incapacitad@ para saltar. 

¡Salta¡



Feliz día.

La lealtad



Pensaba hoy en la lealtad, su importancia como valor personal, y lo esencial de su concurrencia en la construcción de cualquier vínculo duradero.

La lealtad implica cumplir los compromisos tácitos o expresos inherentes a una relación aunque las circunstancias se tornen adversas, supone cumplir las promesas y mantener las reglas del juego que se ha decidido libremente asumir.

Por ello por una parte se basa en la transparencia, la sinceridad, la responsabilidad, y el respeto. Y por otra, fundamenta a la confianza.

Y es precisamente el elemento de la traición el que caracteriza a la deslealtad, porque está incluye la infidelidad afectiva, pero además falta al respeto del otro más allá de como pareja.

Cuando existen mentiras, ocultamiento... es decir, un hacer creer al otro una situación que no coincide con la realidad, negando o aludiendo a una pretendida privacidad, cuando se pretende que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, existe traición y deslealtad. 

Y eso va más allá de la infidelidad que sólo vulnera el vínculo afectivo, faltando al respeto del otro.

Por eso una traición no solo duele, sino que ofende y agravia, siendo en todo caso un camino que se recorre acompañado, ya que el que comete la ofensa, no solo traiciona a otro, sino que antetodo se desmerece a si mismo, porque el desleal lo es en todos los ámbitos de su vida.

De ahí que resulte esencial tomar conciencia de mantener aquellos vínculos basados en la honestidad y que permitan el autorespeto.


Feliz día

Contador de visitas