El amor no se gana, se regala

Pensaba hoy en que el amor no se gana, o existe o no, y en como, frente a su ausencia, la respuesta no está en batallar, sino en la aceptación, y en la búsqueda de un camino alternativo.

Porque no se puede recurrir, ni a los recuerdos ni a las esperanzas para sostener la lucha, ya que lo primero es como vivir velando a un cadáver, y lo segundo, es luchar con armas imaginarias, en un combate sin contrario.

Y es que el amor surge espontáneamente, y tan imposible es ocultarlo, como fingir que éste existe cuando no es así.

Por eso, resulta tan inútil como erróneo, empeñarse en conseguirlo.

Y cuando la voluntad, el interés, o la manera de hacer las cosas de una persona, pone de manifiesto la falta de amor, hay que abandonar la relación.

Por doloroso que parezca, es importante reconocerlo e iniciar un proceso de reconstrucción personal, para poder mantener un respeto y una autoestima que, de lo contrario, acabaran destruyéndose.

Porque continuar en un sistema de gestión de ausencias y de insatisfacción, supone renunciar voluntariamente a lo que se desea.

Hay que tener el valor de aceptar la situación y ser consciente de que se puede estar en un lugar donde merezca la pena estar.

Un lugar que ilusione, que gratifique, donde se regale un afecto de brote incontrolable, donde las expectativas personales puedan verse satisfechas, y donde se reconozca el propio valor.

Un lugar al que solo se puede llegar saliendo de donde no se debe estar, porque donde se está es donde se deposita la energía.

Hay que desterrar creencias limitadoras, que infunden temor,  que paralizan, y que carecen de base racional. 

Nadie es imprescindible ni insustituible, y todas las etapas son transitorias. 

Permanecer en una situación donde no existe amor, es renunciar a la parte más bonita de la vida, es conformarse con nada, cuando se puede tener todo.

Feliz día.

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