Pensaba hoy en como la postura determinista mantiene
que nunca es posible hacer algo distinto de lo que se hace, es decir que se
está determinado a actuar de una única manera, y por ello no se puede tomar una
decisión distinta en las mismas circunstancias, ya que éstas, constituidas por
el conjunto de experiencias, conocimientos, creencias, genética, o la situación
familiar, cultural y social hacen inevitable la decisión que se adopta.
Por ello aunque la persona crea
que puede tomar decisiones o actuar de formas distinta, esto es solo una
ilusión ya que cualquiera que sea la decisión que se adopte ésta no será
arbitraria sino aquella que en esas circunstancias (constituidas por múltiples
factores internos y externos) era la que se iba a adoptar.
La principal consecuencia de
este pensamiento es que, si el hecho de que se puedan imaginar opciones no quiere decir
que realmente se tengan al alcance, y por tanto no exista una elección, una
voluntad real, no se pueda exigir responsabilidad por los actos.
Ello no impide castigar las
malas acciones pero no en base a una responsabilidad, sino en tratar de influir
preventivamente en la repetición de esas conductas socialmente reprobables.
En contraposición al
determinismo se ha contrapuesto frecuentemente el libre albedrío, cuando en
realidad lo opuesto al determinismo es la aleatoriedad, el azar, el
indeterminismo, o la ausencia de relaciones causales.
Y en todo caso, esa mala
interpretación del libre albedrío, implica también una falta de voluntad libre,
y por tanto, la irresponsabilidad conductual.
En realidad en el libre albedrío existe la libertad de
elección en las acciones, una forma de actuar no determinada aunque sí
condicionada por las circunstancias.
El libre albedrío no supone
negar la influencia, entre otros factores, de las normas físicas, químicas,
neurológicas, o del entorno, que pueden influir o condicionar la voluntad y la
capacidad de elegir, pero no determinarla, existiendo también una voluntad
libre.
De esta forma la toma de
decisiones es un fenómeno natural, esencial, que se realiza por cada persona de
una forma diferente según sus circunstancias condicionantes, pero que en todo
caso implica:
- que la persona disponga de diversas alternativas
de actuación.
- que use la razón para
valorar la decisión y sus consecuencias escogiendo aquella opción que
concuerde más con sus preferencias o intereses.
- que no se encuentre
coaccionada, y
- que el resultado no sea fruto
del azar.
Y en consecuencia esa misma
facultad que permite a las personas decidir si quieren hacer o no hacer algo,
las hace libres pero también responsables de sus actos, al haber podido
valorarse la intencionalidad o consciencia de una acción u omisión y de sus
consecuencias.
Feliz día