La manipulacion

Pensaba hoy en la manipulación de la realidad.

El solipsismo mantiene que el conocimiento se obtiene mediante la experiencia, es decir, que está constituido por aquella información recibida a través de los sentidos en forma de sensaciones y percepciones.

De esta forma no se puede tener conocimiento de aquello sobre lo que no se tiene ningún tipo de información, y que por lo tanto, “se desconoce”.

Y si la única conexión personal con la supuesta realidad, con los objetos y el resto de sujetos, son los sentidos, ¿cómo puede tenerse la certeza de que estos no son engañados?, ¿cómo puede saberse que la realidad percibida no está alterada para que parezca la verdadera realidad?, ¿cómo se puede siquiera afirmar que existen otros sujetos iguales a uno mismo, y que no sean fruto de una creación artificial?.

De ahí concluyen los silopsistas, que la única realidad que puede conocer certeramente una persona es su propia existencia.

Este razonamiento, tan indemostrable como difícil de refutar, y que permite plantear la posibilidad de existir en un mundo creado artificialmente, evidencia el fenómeno de la manipulación en todos sus aspectos, ya que esta opera con la misma mecánica tanto en el caso de cualquier relación social interpersonal, como en la de un grupo o poder hacia el individuo.

Y es que toda manipulación requiere de un manipulador, de un manipulado, y de una realidad artificial favorable a los fines del primero, y creíble para el segundo.

A nivel general, el sistema favorece la vida en una burbuja donde, desde una posición de comodidad y aceptación y sin espíritu crítico, se considera realidad únicamente lo que se observa.

Esto permite la coexistencia de un mundo real, conocido por las personas que conocen la verdad, mantienen el control y manipulan, y otro falso o distorsionado, formado por las personas engañadas bien por otra, en las relaciones individuales, o bien por los poderes político, religioso, económico, mediático, etc.

Por su parte el manipulador conoce los puntos débiles del manipulado, y los utiliza junto con dos estrategias básicas: el miedo y la ignorancia.

En todos los casos se vulnera la libertad, bien sea haciendo dudar al manipulado de sus capacidades e incapacitándolo para la acción, bien amenazándolo con aquellas situaciones a las que teme, o mediante la desinformación a través del sistema mediático, o de un sistema educativo basado en el conocimiento de los límites y la aceptación, y no en el cuestionamiento y la reflexión.

Porque la manipulación triunfa cuando la libertad de pensamiento es anulada, prevaleciendo la condena de la ignorancia.

Y en este sentido es responsabilidad de cada uno optar por el triunfo de la manipulación o el de la libertad de pensamiento, optar por dejarse informar o por informarse, y optar por situarse en una posición de libertad o continuar en una ignorancia cómoda y esclava.

Porque escapar de la ignorancia no es fácil, requiere de fuerza mental, de un pensamiento reflexivo y crítico que sospeche de la información que se recibe acerca de uno mismo, o de la sociedad en la que se desenvuelve.

Y asumir que la situación o el sistema son correctos, es contribuir a su consolidación en aras de la conservación de una pretendida tranquilidad y estabilidad, emocional o socioeconómica.

Por eso es preferible no formar parte de la mayoría silenciosa y dócil, dependiente y atemorizada, incapaz de comprender el engaño y capaz por el contrario incluso de defender el sistema establecido, y pertenecer en cambio, a esa minoría capaz de detectar las anomalías propias de toda falsa realidad, y liberarse del engaño.

Porque ante cualquier dilema la libertad, individual o colectiva, siempre será la opción correcta.

Feliz día.

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