La asertividad


Pensaba hoy en la importancia de mantener una actitud y una comunicación asertiva.

La asertividad es aquella habilidad social, para comunicar los propios intereses y sentimientos de forma concisa, directa, clara y sin agredir.

La persona asertiva se coloca por tanto, en una posición intermedia entre la pasividad y la agresividad, que no responde al esquema de ganar o perder, sino al de buscar acuerdos.

Partir de la creencia de que no existe un derecho a tener opiniones propias, de que hay que contentar a todo el mundo,  el temor a defraudar, o carecer de autoconfianza, conducen a la pasividad, a no poner de  manifiesto el propio criterio, a situar a los demás por delante de uno mismo, y a mantenerse en situaciones indeseadas o injustas, que producen emociones de culpa, ira, frustración o ansiedad.

La persona agresiva, por el contrario, mantiene su objetivo en ganar la discusión en lugar de en defender sus derechos, vulnera los ajenos, y menosprecia, manipula o amenaza, para imponer su criterio, generando conflictos.

Ser asertivo consiste en expresar los puntos de vista y las necesidades, respetando a los  demás a la vez que se defienden los propios derechos.

Se trata de explicar las situaciones o los sentimientos de forma calmada, exponiendo detalladamente lo que se desea y los motivos.

Se trata de saber decir que no, de aceptar críticas y de emitirlas sin herir, de poder interrumpir al interlocutor para pedir una explicación, de tener derecho a pedir ayuda y a decidir libremente cuando prestarla, de saber aceptar los errores y pedir disculpas, y de encontrar el equilibrio entre las necesidades ajenas y las propias.

Una comunicación asertiva, basada en la posición simétrica de las partes, debe permitir que ambas

puedan describir la conducta, positiva o negativa, de la otra sin emitir juicios de valor.

Debe permitir también que puedan exteriorizar los sentimientos que dicha conducta ajena les genera, que puedan poner de manifiesto las consecuencias a que dará lugar la reiteración de esa conducta, y que finalmente, puedan pedir los cambios que quieren que se produzcan.

De esta forma la asertividad permite defender los límites personales, respetar y ser respetado, actuando conforme a uno mismo y no desde el temor al rechazo.

Y es que ejercitar la asertividad es uno de los motores de la propia autoestima, es respetar pero también y sobretodo, ser respetado.

Feliz día.

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