Carpe Diem




Pensaba hoy en la frase del poeta romano Horacio, “Carpe diem, quam minimum credula postero”, cuya traducción es “aprovecha el día, no confíes en el mañana".

Aprovechar cada día como si fuera el último, supone alejarse de la apatía, la pereza, el lamento, y sustituirlas por la experimentación, el dinamismo, la lucha, la acción...

Implica disfrutar con todos los sentidos de los momentos, las personas, los sentimientos, exprimir al máximo el tiempo, valorar cada una de las cosas de las que se dispone, no dar nada por sentado, y no dejar para mañana lo que pueda disfrutarse hoy.

Comporta también, como la otra cara de la moneda, considerar la muerte, ser consciente de que la vida tiene un fin, lo que permite otorgar verdadera trascendencia al hecho de estar vivo, aprovechar la vida, y buscar la felicidad, sin temor al futuro ni nostalgia o condicionamiento por el pasado.

Ahora bien, actuar “como si no hubiera mañana”, no significa actuar “con la certeza de que no habrá un mañana”, y en consecuencia, la actitud positiva ante la vida no puede confundirse con tener comportamientos triviales, irresponsables, egoístas, o desconsiderados con los demás.

Porque hay que compaginar vivir el momento, con preveer y estar dispuesto a asumir las consecuencias de los actos, sin descuidar la siembra del futuro en el que se desea vivir.

Porque sentir no excluye pensar, y centrar la atención en un cada paso no excluye mantener una visión del camino.

E incluso tomar en consideración el mañana sin otorgarle un valor absoluto o determinante, permite dar un verdadero sentido al hoy.

Y es que no es lo mismo vivir como si el hoy fuera lo único importante, de forma que la actuación presuponga que no existirá un mañana, y que de existir se abordará con absoluta imprevisión, que tener una visión global de la propia vida, y construirla día a día, disfrutando cada momento del camino que conduce al destino deseado y proyectado.

E interpretar la frase en su acepción más cómoda, y despojada de responsabilidad con uno mismo y con las consecuencias que los propios actos comporten para los demás, supone contradecir su verdadero sentido, que nunca puede ser aprovechar un hoy de tal manera que se asegure que, de existir un mañana, éste será un lugar donde no se querría estar.

Porque una cosa es vivir como si mañana no se fuese a tener aquello de lo que hoy se dispone, y otra saber que con la actitud diaria, no se gozará mañana de lo que hoy se tiene y se necesita.

Por ello y asumiendo el verdadero sentido de la frase de Horacio, conviene vivir el hoy como si no hubiera mañana, construyendo cada día ese mañana que llegará a ser hoy.

Feliz día.

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