Los juicios de valor


Pensaba hoy en que el ser humano necesita disponer, para su desenvolvimiento social, de un concepto del bien, del mal, de la amistad, de la traición, de la libertad, de la lealtad, de la fidelidad, del sacrificio, de la responsabilidad, etc., que adquiere a partir de experiencias, costumbres o aprendizajes.

Siendo por tanto el entorno familiar, social, cultural, económico, y político, el que configurará la particular y subjetiva visión del mundo, y de lo que será considerado verdadero y correcto.

Y son precisamente esos conceptos los que determinan tanto los juicios como los pre-juicios, es decir, esas valoraciones positivas o negativas, acerca de situaciones, cosas, colectivos o actuaciones.

Porque un pre-juicio no es más que un juicio anticipado, es enjuiciar aplicando un juicio de valor infundado por falta de contraste.

Pero es ese componente temporal lo único que lo diferencia del juicio, ya que en ambos existe la aplicación automática, inconsciente y subjetiva de unos criterios de valor individuales, basados en los conceptos personales, y que generan un etiquetamiento y distorsionan la percepción.

Y pretender elevar esa percepción al grado de veracidad, únicamente puede conducir al desencuentro y la confrontación, en caso de discrepancia.

Y tan peligroso e injusto es prejuzgar como juzgar, porque cualquier relación interpersonal requiere renunciar a la imposición al otro de los propios conceptos e ideas, y su sustitución por aquellos otros, comúnmente acordados, y que en consecuencia, pueden ser aceptados y considerados válidos por sus integrantes.

Ser consciente de que no existe una única forma de percibir una realidad, sino que ésta tiene tantos matices como personas intervienen en ella, permite detectar el radicalismo conceptual, abandonarlo, y elaborar variantes donde las relaciones personales se desarrollen dentro de un marco conceptual común.

Y la modificación de las propias ideas, superando   el determinismo y la parcialidad de las visiones unilaterales, permitirá una integración conceptual esencial para la construcción de relaciones trascendentes.

Porque en todo caso el respeto es la base de cualquier relación, y llegar a acuerdos sobre los conceptos que intervienen en una relación, no deja de ser una muestra de respeto mutuo.

Feliz día.

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