El relativismo ético




Pensaba hoy en las consecuencias sociales del relativismo ético.




El relativismo ético sostiene la inexistencia de unos valores éticos generalizables, y mantiene que conceptos como el bien, el mal, la justicia, la mentira, el respeto, etc., pueden tener significados diferentes e igualmente válidos, según el contexto social en el que operan, e incluso de las personas que los utilicen.


Representa por tanto un contrapunto de tolerancia e integración, frente al etnocentrismo, que  mantiene la supremacia de la cultura y la moral propias, así como su imposición a sistemas culturales ajenos, a los que se desvaloriza considerándolos menos avanzados o legítimos.

Pero que el relativismo en cuanto aparentemente más respetuoso, goce de una considerable popularidad, no lo exime de riesgos, sino que al contrario, es la brecha para justificar la irresponsabilidad, además de resultar fácilmente refutable.

En primer lugar por la contradicción que contiene en su propia formulación, derivada de  establecer como bueno el relativismo y como mala otra corriente de pensamiento, cuando el primero sostiene la igual validez de todas las opiniones, y la imposibilidad de fijar un único sentido a lo bueno.

En segundo lugar porque cualquiera que sean los matices éticos, se coincide en que el mal no debe ser consentido, existiendo una conciencia natural común en ese sentido.

E incluso, la propia tolerancia hacia el otro, se comparta o no su opinión, pregonada por el relativismo, presume considerar ese valor como generalmente aceptado y positivo.

Y finalmente por la necesidad de existencia de unas reglas pragmáticas de convivencia entre las personas, que doten de estabilidad a la sociedad, sin hacer depender las interrelaciones, del sentido que cada miembro de la misma otorgue a lo correcto y lo incorrecto.

Y es que resulta esencial dotar de respaldo legal y convencional a esos conceptos, sancionando comportamientos como matar, robar, mentir, abusar u otros que resulten lesivos para los demás.

Y si en pura lógica relativista vale todo y adoptar esa posición puede resultar cómodo para evitar confrontaciones, no contraer compromisos y no asumir la responsabilidad de los propios actos, resulta en todo caso peligrosa, destructiva e indicativa de la carencia de unos valores de conducta sólidos.

Porque si bien caben los distintos puntos de vista, la realidad es única y no depende de la cultura.

Y no cabe cambiar las palabras para referirse a una misma realidad, o ampararse en una concreta visión de los hechos, mayor o menormente compartida, para legitimar actuaciones contrarias a lo comunmente establecido.

Y menos sembrar una inseguridad relacional basada en un relativismo, que suponga entender el bien, el mal, la lealtad, o la sinceridad según el momento vital de cada uno.

Porque una cosa es el respeto a la cultura y los valores sociales ajenos, y otra pretender adaptar esos valores a la propia conveniencia, para justificar el quebranto de las normas éticas y sociales.

Feliz día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contador de visitas