El apego evitativo

Pensaba hoy en como el cerebro dispone de un mecanismo biológico específico encargado de crear y regular las relaciones sociales, que permite permanecer junto a aquellas personas con las que se han establecido vínculos afectivos, que confieren seguridad y otorgan protección.

Dicho mecanismo de motivación relacional básico se denomina apego, y su evolución está directamente vinculada con la supervivencia como especie al fomentar la convivencia como grupo social, creando malestar cuando se rompen las relaciones afectivas.

El apego se genera desde la infancia en el núcleo familiar y se desarrolla durante la vida, por lo que, como niñ@ y adolescente, esas experiencias de interacción con las principales figuras de apego afectaran significativamente a la óptima formación del sistema nervioso, proporcionando una sensación de seguridad, confianza afectiva y estabilidad emocional, que permitirá la adquisición y el desarrollo de las habilidades psicológicas y sociales que intervienen en el establecimiento posterior de las relaciones.

Si el apego es seguro primará una imagen positiva tanto de uno mismo como de los demás, a los que se aceptará tal como son, manteniendo un adecuado equilibrio entre cercanía y distancia, sin que suponga ningún problema confiar en ellos y sentirse completos con el otro.

Las distorsiones en el establecimiento del sistema de apego, como puede ocurrir en el caso de niñ@s desobedientes y explosivos, faltos de afecto, crecidos fuera del hogar familiar o en hogares disfuncionales, puede derivar en adolescentes con problemas de conducta, y/o en adultos que se dediquen excesivamente al trabajo, evidencien extremadamente una disociación amor-sexo, abusen del alcohol u otras sustancias, o sientan terror al establecimiento de relaciones afectivas o de verdadera vinculación social.

Así ocurre en el caso de personas con apego evitativo-distante o rechazante, que puede repercutir no solamente al tipo de relaciones que éstas establezcan, sino a las personas que en ellas intervengan, ya que pueden resultar afectados sus pensamientos y sentimientos culpabilizándose incluso de situaciones que no le resultan imputables.

Y es que quienes poseen un apego evitativo tienen, al menos aparentemente, una imagen positiva de sí mism@s como autosuficientes, inquebrantables, sin necesidad de relaciones muy cercanas y basan su elevada autoevaluación en sus capacidades y sus logros materiales, al haber crecido acostumbrando@s a autoregularse, autoestimularse y autocuidarse.

Pero este tipo de apego comporta también la desconfianza en los otros, la suspicacia y la escepticidad respecto a sus verdaderas motivaciones. Se duda de la honestidad, la integridad y la sinceridad de los demás, por lo que bajo una aparente dureza, se evita la sensación de vulnerabilidad que genera el afecto eludiendo la cercanía emocional.

De esta forma si bien necesitan apego y amor (pues la tendencia de vincularse también está grabada en su cerebro), suelen agobiarse cuando se acercan demasiado a alguien, buscando la seguridad a través de la hiperautonomía, reduciendo al mínimo las necesidades afectivas, y centrándose en la autorrealización personal negando activamente el dolor si no se recibe afecto.

Estas personas sólo pueden mantener relaciones afectivas informales, casuales, distantes, con comienzos intensos y pérdidas de interés a medida que se requiere implicación, ya que el compromiso genera incomodidad y tienen que mantenerse a distancia, apelando a una libertad que realmente encubre una verdadera incapacidad de apegarse, una libertad que en realidad es una esclavitud, siendo víctimas de si mismos, de la mala formación de su sistema de apego.

El riesgo reside en el uso de las estrategias que utilizan para reprimir ese mecanismo biológico que desencadena en el cerebro el deseo de estar cerca de la persona que importa, porque para ello aplastan la intimidad, se fijan en las imperfecciones ajenas, guardan secretos, son confusos, desacreditan al otro y flirtean con terceras personas para introducir inseguridad en la relación, para preservar la sensación de independencia, logrando únicamente privarse de una de las mejores experiencias humanas.

Por eso resulta importante establecer relaciones con personas de apego seguro que permitan sentimientos de plenitud, intimidad, tranquilidad, confiabilidad y falta de sufrimiento (soledad, ansiedad, depresión...) ante la presencia de conductas evasivas o huidizas.

Porque el propio sistema de apego permanece inactivo mientras se encuentren satisfechas las necesidades emocionales de seguridad, tranquilidad y confianza, activándose en caso contrario, surgiendo preocupaciones acerca de la relación que consumen gran parte de la propia energía emocional

Y hay que recordar que escoger con quien recorrer el camino de la vida está en las propias manos, pudiendo decidir cada uno quien le aporta y a quien hay que apartar.

Feliz día

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