La valentía supone vencer los temores y las dudas, y actuar con firmeza y decisión, en la ejecución de una acción.
Implica por tanto, temer aquellas cosas o situaciones que son temibles, y soportar y superar, lo que debe ser soportado y superado.
Así de una parte, la valentía no está ausente de miedo, y es precisamente el tomar en consideración los riesgos y ponderarlos, el ejercitar la prudencia, lo que la distingue de la temeridad.
Porque la temeridad no es más que un actuar imprudente, irresponsable, e innecesario.
Por otro lado, actuar a pesar del miedo, confiando en uno mismo, es lo que la distingue de la cobardía, caracterizada por la incapacidad para superar el temor.
Porque la valentía, está indisolublemente unida a la confianza en los propios recursos , y en la consecución del objetivo propuesto.
Y es valentía intentar sin temer al fracaso, considerándolo en su caso, como una oportunidad para el aprendizaje.
Y es valentía fijarse un objetivo claro, dando los pasos necesarios para conseguirlo, haciendo frente al desaliento.
Y es valentía defender y luchar por lo que se considera correcto, manteniendo la coherencia entre pensamiento y acción, y la coherencia interna.
Y es también valentía afrontar las consecuencias de los propios actos, reconocer los errores, y asumir las propias decisiones.
Porque la diferencia entre ser un cobarde, y ser un valiente, es simplemente la posibilidad de lograr algo.
Feliz día.