Dar y recibir


Pensaba hoy en la importancia tanto de saber dar, como de saber recibir.

Dar supone un acto de generosidad, consistente en entregar al otro lo que este quiere o necesita.

Y la generosidad implica la falta de espera de una contraprestación.

De ahí que cuando se obra de determinada manera, o se ayuda, o se hace entrega de algo con alguna finalidad, no se está dando, sino pidiendo, negociando o vendiendo.

En definitiva, se está anidando una esperanza de ser recompensado o compensado por eso, se está intentando transformar esa dación, en una deuda con el receptor.

Lo que genera un vínculo negativo de doble filo. 

Por un lado, contiene la decepción ante la falta de reciprocidad, y el consiguiente cuestionamiento de la propia actitud. 

Y por el otro, dificulta el hecho de recibir, ya que se focaliza la atención en la necesidad de responder a lo recibido.

Y es que no solamente hay que aprender a dar, sino también a recibir.

Porque recibir, pone a prueba la capacidad personal de acogida del aprecio ajeno hacia uno mismo.

Por eso ante un elogio o un presente, no hay que sentir incomodidad, ni actuar de forma arisca, con excusas, reparos e incluso rechazo, poniendo de manifiesto la  incapacidad para considerarse merecedor de lo que es entregado.

Hay que aprender a recibir, aprender a evidenciar la necesidad de ayuda, y aprender a otorgarla, en cualquier caso, desde la humildad, el reconocimiento de la propia valía, y el agradecimiento hacia los demás.

Porque si bien es cierto, que dar produce tanta felicidad como recibir, lo primero tiene que hacerse con los ojos cerrados, y lo segundo, con los ojos y el corazón abiertos.

Feliz día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contador de visitas