La medida del amor



Pensaba hoy en las personas que aman demasiado, y en la forma en que establecen y desarrollan los vínculos afectivos.

En estos casos, la autoestima y la identidad se basan en la entrega a los demás, cuyas necesidades se anteponen a las propias, eligiéndose parejas a las que se atribuye una carencia de afecto, y una necesidad de cambio, que se espera reparar en un caso, y aportar en el otro.

De esta forma se obtiene un auto reconocimiento, basado en el amor que se es capaz de otorgar, y en el cambio que se es capaz de conseguir.

Sería un “necesito quererte y cambiarte, para ser y quererme”.

De ahí que se sienta atracción por personas inmaduras, problemáticas, irresponsables, o emocionalmente distantes o inaccesibles, y que generen en cambio rechazo, las sólidas, independientes o confiables.

La clave de estos vínculos está en el hecho de que, el establecimiento de la relación llena el vacío interno, de manera que la relación en sí misma funciona como un calmante, como una droga.

Por eso la idea del abandono resulta tan terrorífica, al implicar la pérdida de la autoestima y de la identidad, y reflotar el dolor derivado de la incapacidad de afrontarse a uno mismo.

Así se vive un amor basado en el sufrimiento y en la asimetría.

Por una parte por la lucha constante por el cambio del otro, cambio que si se consigue, lleva a la elección de una nueva pareja a la que modificar y ayudar, y sino, al sentimiento de culpa por el fracaso, y a la insistencia en la actitud de lucha y esfuerzo para lograr ese cambio.

Y por otra parte, por la situación de desventaja que se produce al otorgar al otro todo el poder, ya que sólo a una parte le importa en realidad, mantener a toda costa la relación.

Frente a esta situación, hay que ser consciente de que cada persona es responsable de su propia vida, de sus actos, de sus elecciones vitales, y de cómo gestiona sus disfunciones afectivas, si existen.

Hay que partir de la premisa de que no debe sustituirse a las personas, en aquello que pueden hacer por ellas mismas, y que todas tienen derecho a equivocarse.

Hay que ser consciente de que la primera responsabilidad es la que se tiene con uno mismo, y que ésta no puede desatenderse bajo el pretexto de ocuparse de los demás.

Porque sólo sobre esa base se podrá dejar ser al otro, y podrá decidirse libremente si, respetando su forma de ser, pensar y actuar, se desea compartir un proyecto vital, o se prefiere abandonar, sin temor y sin frustración, la relación.

Y es que mientras no se afronten las lecciones vitales, estas seguirán repitiéndose con diferentes maestros, y aprender que amar no es necesitar, y que todo lo que se necesita reside en uno mismo, es una de las lecciones más importantes.

Feliz día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contador de visitas