Gracias

Pensaba que hoy hace una semana, que inicié la aventura de abrir un blog donde poder compartir aquellas reflexiones, que me han ayudado a transitar con más comodidad por el camino de la vida. 

Aquellas enseñanzas que la vida te brinda en forma de dolor o sufrimiento, para ayudarte a sacar lo mejor de ti, a entender su sentido, tu sentido en ella al fin. 

Porque es común resistirse a la idea, de que los sucesos dolorosos son los que nos ayudan al crecimiento interior, incluso podría llegarse a la conclusión de que se prefiere renunciar a ese crecimiento.

Y precisamente el mensaje de la vida es el contrario, provocar que se descubran todos los recursos de los que se dispone y que se utilicen para dar el máximo de nosotros mismos. 

Por ello no hay que temer, ya que nadie es sometido a una prueba que no prueba superar.

No hay que lamentarse, porque esa superación tendrá como recompensa el reconocimiento de nuestra propia valía y fortaleza, la identificación de nuestras capacidades.

Y hay que agradecer, porque sin esas piedras en el camino,  no se llegaría nunca a la comprensión del sentido espiritual de la existencia.

Y ello porque el dolor es la única emoción que permite conectar con tu esencia, más allá de roles profesionales, sociales, familiares.... que se muestran totalmente insuficientes para superarlo. 

Porque para afrontar el dolor, uno sólo dispone de si mismo.

Y conectarse con uno mismo, despojado de cualquier ropaje social, permite descubrir que el verdadero sentido de la vida es poder vivirla plenamente desde la serenidad, el amor y la paz interna, y eso sólo se alcanza cuando se vive desde el interior y no en función de valores externos o materiales.

Por eso cuando perdemos de vista nuestro eje, la vida nos coloca en situaciones que  nos permitan recuperarlo, y por eso también, frente a una situación dolorosa, es mejor buscar en que parte del camino nos perdimos y agradecer la posibilidad de volver a retomar la ruta correcta. 

Porque lamentarse o pretender perpetuarse en el error no conduce a nada, ya que la vida es tan buena maestra que repetirá la lección hasta que se aprenda. 

Y sobretodo, porque es la única manera de no pasar por la vida de puntillas.

Me queda aún camino por recorrer, y me siento muy agradecida con todas aquellas personas, muchas más de las que pude imaginar,  que por diversos medios me animan a continuar con este proyecto permitiéndome compartirlo con ellos.

Gracias a todos.

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