El coste de la adaptación


Pensaba hoy en los valores y principios personales que cada uno elige para gobernar su vida, y que se ponen de manifiesto al tomar decisiones, o en el trato con los demás.

Dichos valores: la integridad, la honestidad, la lealtad, la bondad, la sinceridad, la dignidad, el respeto…, son el eje de la parte espiritual de la persona, el timón al que aferrarse cuando se pierde el rumbo, porque en ellos está la verdadera esencia de cada uno, la propia referencia.

Los valores comienzan a formarse desde temprana edad en la familia.

Es la forma de ser de los adultos, sobre todo de los padres, la que enseña las conductas, actitudes y comportamientos. 

Ahora bien ponerlos en práctica es una decisión personal, ya que es cada uno el que determina cómo actuar frente a las distintas situaciones de su vida, y quien decide la actitud, y la manera de comportarse frente a las demás personas.

Por ello al tomar una decisión congruente con los valores personales, se siente orgullo y satisfacción, mientras que en el caso contrario, el sentimiento es de decepción con uno mismo y disconformidad interior.

Y de ahí la importancia de elegir de que grupos sociales se quiere formar parte, y a que coste.

Porque cuando interesa relacionarse con otras personas o ser parte de una organización, se decide si aceptar los valores que requiere esa relación o no. 

Cada persona decide si poner en práctica sus valores, y actuar de acuerdo con sus principios o sustituiros, si son distintos, por los de dicha organización o grupo social, y en que clase de persona convertirse dentro de ese grupo.

Y esto es así porque la adaptación, es el proceso por el que un individuo modifica sus patrones de comportamiento, para ajustarse a las normas imperantes en el grupo social, en el que pretende incorporarse.

Así, al adaptarse, el sujeto abandona hábitos o prácticas, que formaban parte de su comportamiento, pero que están negativamente evaluadas en el ámbito al que desea integrarse, y adquiere otros, en consonancia con las expectativas que se tienen de su nuevo papel dentro del grupo.

La renuncia a los propios valores, a consecuencia o con el motivo de querer ser aceptado en un grupo social, puede producirse con diversos grados de intensidad: el acatamiento, en el que las acciones públicas del sujeto se ajustan a las normas del grupo, pero puede mantener sus opiniones y acciones personales); la identificación, en que el individuo hace suyos los principios y normas del grupo, en el ámbito y período temporalmente acotado en el que pertenece a él; y la internalización, en que el sujeto acepta como propios, los principios de actuación codificados en las normas del grupo.

El grado de intensidad de adaptación al grupo, dependerá de la edad del sujeto y de la necesidad de integración que tenga, pero en ningún caso, se realizará sin coste personal, sobretodo en el caso de la internalización, en el que  la persona llegará a considerar propios, los principios del grupo manteniendo una continua lucha interna.

Y ello porque, si el hecho de renunciar a los propios principios de actuación ya supone una fuente de desequilibrio personal,  en algunos casos, puede añadirse la necesidad de ocultar la pertenencia a esos grupos, carentes de valores o con valores radicalmente opuestos a los familiares o personales.

Pero ocurre que ante la abrumadora urgencia afectiva, o necesidad de pertenencia a un grupo para sobrevivir emocionalmente, la persona es capaz de atentar contra la propia dignidad personal.

En esos momentos apremiantes, ni la moral ni los valores más apreciados, parecen ser suficientes para contener la necesidad de integración y reconocimiento por parte del grupo.

Y se vende la dignidad y se negocia con el auto respeto, cuando ambos valores son tan valiosos que no son negociable, porque pagar con ellos es siempre demasiado caro.

Por el contrario, ser fiel a los propios valores, ayuda a frenar la falta de sosiego que puede sentirse en momentos de crisis emocional, o el impulso de hacer algo que dañe a los demás o a uno mismo. 

Porque la esencia de los valores, radica en que son la fuente de la paz y armonía, y en que hacen al hombre un ser de bien.  

Y de paso, más de una vez, no ser como los otros, es lo mejor que podría estar pasando.

Porque no gustar al otro o sentirse excluido, no es una buena razón para trabajar una modificación interna ni renunciar a uno mismo.

Y menos cuando no es para mejorar, sino para renunciar a los  principios, adoptando los de otros, para conseguir una aceptación interesada.

Feliz día

6 comentarios:

  1. Josep González30/11/14, 0:17

    En una sociedad, siempre hay valores que no nos pertenecen, y a la vez, aportamos valores, que son muy personales.
    Porque incluso, ante el mismo valor, la honestidad, por ejemplo, podemos tener diferentes juicios de valor a la hora de adaptarla a la sociedad o grupo en el que vivimos. Si no fuere así, no se necesitaría jueces para dirimir culpabilidades en el individuo.
    Es cierto y comparto plenamente contigo, que hay que agradarse a uno mismo, lejos de querer agradar, solo, al grupo. Esto es lo que nos hace sentir bien como individuos.
    Un saludo Mely

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  2. Lo peor es cuando para integrarnos renuncianos a los valores que nos enseñaron, y si encima llegamos a creernos que nuestros verdaderos valores son los del grupo en el que queremos integrarnos, entonces ya...el huracan emocional es seguro.

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  3. Que bueno Mely. Me ha gustado eso de los diferentes niveles... Hay que tener mucho cuidado con quien nos juntamos... Muchos pierden la identidad por falta de fortaleza.. Otros por interés propio la roban a terceros lo suficientemente débiles como para anularlos... Sin querer sí, pero lo hacen. Cuidadin

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  4. Los propios principios siempre estan ahí, y hay que decidir agarrarse a ellos para salir de esos grupos a los que se han adaptado por cualquier motivo, porque de lo contrario se actua contra uno mismo aunque se legitime la propia actuación por no querer asumir las consecuencias. Realmente cuando uno se adapta a un grupo renunciando a si mismo carece totalmente de autoestima, dignidad y autorespeto.

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  5. desgraciadamente hoy en día poca gente los mantiene los principio más que nada por integrarse en la sociedad y encajar bien prefieren ser aceptados que ser ellos mismos

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  6. Por suerte algunos no, también hay quien sabe que eso es no tener autoestima y renunciar al reconocimiento y valor de las personas que comparten los valores a los que renuncias, por nada. Porque nningun grupo puede apreciar a quien no es uno mismo. Triste.

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