El miedo a no ser amado

Pensaba hoy en que el miedo, esa emoción necesaria para detectar y defenderse de los peligros, resulta en ocasiones absurdo.

Así ocurre en el caso del miedo a la soledad, o en el del miedo a no ser amado.

Ambos miedos generan apegos insanos, y tienen su origen principalmente en causas ocurridas durante la niñez, que provocan las creencias equivocadas, de que el amor hay que merecerlo complaciendo las demandas ajenas, y de que la soledad equivale al rechazo.

Ante esta situación, la persona opta por agradar a los demás, por obtener la atención, el afecto, o la aprobación ajena, aún a costa de la pérdida de la individualidad y la independencia, otorgando un mayor poder a los demás que a si misma.

Y resulta absurdo temer llegar a un estado de soledad o de desamor en el que ya se está, porque la persona que es querida no siendo quien realmente es, ha creado una ficción de si misma que es la destinataria del amor y de la compañía que recibe, y por lo tanto, permanece en realidad sola y falta de amor verdadero.

Por eso hay que enfrentar ese miedo, tener el valor de experimentar que se siente estando solo, que se siente al ser rechazado, y comprobar que si bien no se trata de sensaciones agradables, tampoco lo es el vivir en un auto rechazo sin sentido e interminable.

Un auto rechazo que precede a la opinión de los demás, e impide incluso su formación, al no permitir el acceso al conocimiento de uno mismo.

Un auto rechazo que resulta además injustificado, ya que si bien es cierto que no puede gustarse a todo el mundo, también lo es que es imposible no gustar a nadie.

Un auto rechazo que permite permanecer, más o menos tiempo, en una relación en la que no se puede ser auténtico, y que supone renunciar a entablar otra en la que se valore precisamente la propia singularidad.

Se trata pues de ser honesto con uno mismo y con los demás, expresar lo que se siente, pedir lo que se necesita, lo que se desea, y asumir la imperfección y la excepcionalidad, derivada del hecho de que cada persona es única y que en eso radica su verdadero poder.

Se trata de reivindicar la libertad de ser realmente uno mismo, porque únicamente desde esa posición, puede dejar de estarse solo y ser amado y amar desde la decisión y no desde el temor.

Feliz día.

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