Poligamia o infidelidad


Pensaba hoy en la diferencia esencial que existe entre la poligamia y la infidelidad, en cuanto en la primera hay un acuerdo que permite tener varias parejas, mientras que la infidelidad supone un acto de deslealtad, al romper un compromiso precisamente de lo contrario.

Un reciente estudio de varios antropólogos evolutivos concluye que la raíz del aumento de los divorcios, de los escarceos amorosos, de las aventuras etc., se encuentra en el hecho de que la especie humana no es 100% monógama, sino que manifiesta una tendencia a la poligamia fruto de sus registros históricos, hallándose enclavada en un contexto social que produce lo que se denomina “poligamia secuencial”.

En cualquier caso ampararse en una base evolutiva inicialmente poligámica, para justificar conductas reprobables socialmente, no deja de ser un acto de inmadurez, cobardía e irresponsabilidad.

Porque ser polígamo o monógamo, es una decisión personal igualmente respetable en ambos casos, pero que lógicamente y al darse en el marco de una relación afectiva, debe ser comunicada y consensuada con la otra parte.

Y por ello hay que ser consciente de la propia condición, y actuar con transparencia y sinceridad, sin temer al rechazo social, y generando una confianza derivada del mantenimiento de la coherencia entre el pensamiento y la acción.

Lo contrario supone simplemente actuar de forma inmoral, justificando esa actuación sobre cualquier base que permita una cobertura.

Porque una conducta inmoral no es más que un comportamiento, que sobrepasa los límites establecidos por un contexto cultural determinado, y que causa perjuicios a otra persona o grupo de personas.

Y hay que ser conscientes de esas conductas y modificar las actitudes, en lugar de entrar en un proceso de desvinculación moral, obviando los sentimientos de responsabilidad sobre los hechos, sosteniendo la falta de intención de lastimar, la influencia de la genética, de la evolución social o de las circunstancias.

Más que nada, porque eso supone utilizar el control del exterior sobre uno mismo, como mecanismo de legitimación, y para conseguir el cambio en el comportamiento,  es básico percibir que se ha actuado libremente.

Y es que aunque el uso de la libertad conlleve errar, suponga fracasar o implique divergencias de pareceres, es el bien más supremo del ser humano, y su ejercicio debe preservarse sin desconocer que existe también una libertad ajena, cuyo respeto implica el establecimiento de relaciones en un plano de igualdad, y sobretodo cuya otra cara de la moneda es la responsabilidad.

Feliz día.

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