La psicología inversa consiste en conseguir que otra persona haga o diga algo, mediante el uso de distintas fórmulas, como el pedirle lo contrario de lo que se desea ("¡no leas esto!").
Las personas que responden a esta fórmula son, en su mayoría, aquellas que tienen dificultades para aceptar la autoridad y que poseen un fuerte ego.
Es importante encontrar el momento para aplicarla, y para ello hay que esperar hasta que la discusión esté encarnizada y se tengan verdaderos deseos de ganar, ya que llegado ese punto, se olvida la causa de la discusión priorizándose el tener razón.
Entonces se busca el efecto sorpresa, y o bien se dice lo contrario de lo que se ha venido sosteniendo, o se da un enfoque alternativo del tipo " bien, tu ganas", con lo que se consigue lo pretendido.
La base de éxito de la psicología inversa se encuentra en la reactancia, esa activación motivacional que conduce a la persona que recibe una indicación, a intentar restaurar su autonomía y libertad de acción, no siguiéndola o haciendo lo contrario, al percibir su libertad amenazada.
Y es que en estos casos se infravaloran las conductas permitidas, y se sobrevaloran las prohibidas.
La psicología inversa tiene que usarse únicamente en casos en que sea necesario, ya que no está carente de efectos secundarios.
Y esto es así porque puede que la persona se sienta manipulada o se acostumbre a desobedecer, al recibir el mensaje de que es premiada cuando hace lo contrario de lo que inicialmente se le ha pedido que haga.
Pero sobretodo porque al fin y al cabo, no es más que una forma de manipulación mental para tomar el control del pensamiento, del comportamiento y de las decisiones de una persona, eliminando sus capacidades críticas, su capacidad de juzgar y de rehusar informaciones u órdenes.
Feliz día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario