¿Casualidad o sincronicidad?

Pensaba hoy en como cuando se desea algo, todo el universo conspira para que se consiga, y en si ello es fruto de la casualidad o de la causalidad, de la sincronía del universo.

La casualidad hace referencia a la combinación de circunstancias que resulta imposible de anticipar y evitar, a aquello que es imprevisto y, por lo tanto, no puede evitarse.

La causalidad o sincronicidad es por el contrario, el principio que rige la serie de circunstancias y acontecimientos que suceden en el momento justo, en el lugar idóneo, en la situación perfecta, sin aparente conexión entre ellos pero que sirven a un único fin.

La sincronicidad supone que todo lo que ocurre tiene un propósito, y por eso, acontecimientos que en su momento parecían accidentales e irrelevantes, se manifiestan como factores indispensables en la composición de una trama coherente, cuando son analizados con perspectiva.

Dicha sincronicidad se materializa de dos formas perfectamente coordinadas. Por una parte en aquellos sucesos que ocurren para permitir un crecimiento interior, una toma de conciencia de aquellos aspectos que deben variarse, para continuar con el proceso evolutivo personal.

Y por otra en aquellas circunstancias coincidentes, que tienen un valor específico para la persona que la vive, un significado simbólico, pequeñas conversaciones, canciones de la radio o mensajes publicitarios, encuentros aparentemente "fortuitos"..., que indican el camino.

El psicólogo Carl G. Jung fue quien acuñó el término de sincronicidad, y llegó a la conclusión de que hay una íntima conexión entre el individuo y su entorno, que acaba creando dichas circunstancias.

Para su captación hay que comprender que todo lo que llega a la vida, cada situación por la que se pasa, cada señal que se recibe, es por algún motivo coadyuvante al objetivo que se persigue.

Y por ello hay que estar atentos a esos sucesos, que no pueden verse con los ojos ni entenderse con la mente, ya que esta invisible red de conexiones, tan solo puede intuirse y comprenderse con el corazón.

Comprender la ley de la sincronicidad supone abandonar el ego que pretende ser conocedor del camino que se debe seguir, y depositar la confianza en la indicación procedente de las señales recibidas, siquiera sea porque seguro que las previsiones del ego han fallado en algún momento, mientras que la eficacia de las señales es infalible.

Además esta ley universal de la sincronicidad viene también reforzada por otras teorías.

Así "la teoría del caos", mediante cálculos matemáticos permite deducir el orden subyacente que ocultan fenómenos aparentemente aleatorios.

Es el caso del conocido “efecto mariposa”, según el cual cualquier variación de las condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, puede provocar que el sistema evolucione en ciertas formas completamente diferentes, de manera que un pequeño cambio inicial, conduce a resultados totalmente divergentes. Por ejemplo, variar en 3 decimales los datos de partida, lleva a grandes diferencias en el resultado final.

O la “ley del karma”, que sostiene que todo lo que se piensa, de dice o se hace trae consecuencias, es decir que los sucesos que componen la propia existencia, no están regidos por la casualidad sino por la causalidad.

O incluso la propia física cuántica, que postula que la realidad es un campo de potenciales posibilidades infinitas, donde solo se materializan aquellas que son contempladas y aceptadas por cada uno.

No obstante la ley de la sincronicidad topa con dos obstáculos.

De una parte resulta más sencillo responsabilizar al mundo y a los demás, de las circunstancias desfavorables, que considerar que todo es causal y plantearse qué ha provocado ese suceso, ya que esta última posición requiere esfuerzo y autocrítica.

Creer que todo ocurre por casualidad o que nada en la vida tiene sentido, permite no tener que enfrentarse al miedo a la libertad en el primer caso, o al miedo al vacío en el segundo, ya que cualquiera de las dos posiciones permite seguir eludiendo cualquier tipo de responsabilidad, y seguir preguntando por qué pasan las cosas en lugar de para que pasan.

Y por otro lado ocurre también, que en muchos casos se establecen mecanismos de control para mitigar el miedo que la incertidumbre ante el futuro produce, creándose un escudo que impide reconocer las señales que se presentan fruto de la sincronía, ya que cualquier camino alternativo al fijado por la rígida razón es descartado, en un vago intento de controlar la realidad.

Porque para poder percibir y aprovechar la sincronicidad hay que partir de una posición de receptividad, abriendo el corazón a la intuición, aceptando que no se es totalmente dueño del propio destino, que las circunstancias que sobrevienen son creadoras de oportunidades y enseñanzas, aunque no concuerden con lo que se hubiera deseado o pretendido crear.

Y porque en la vida nada sucede por casualidad, por eso lo que se hace hoy puede ser la diferencia en la vida

Feliz día.


1 comentario:

  1. Casualidad y causalidad ,supongo q se combinan en nuestras vidas.Particularmente mirando atras acontecimientos q parecian casuales ahora no me lo parecen tanto
    Es un tema complejo y creo q lo has desarrollado bien
    Santi

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