Lástima, empatía o compasión


Pensaba hoy en las palabras lástima, empatía y compasión, y en lo empobrecida y confusa que está la lingüística del mundo emocional.

Lástima y compasión son utilizados de forma indistinta y con matices de relación interpersonal desigual, frente al ensalzamiento de la empatía. Así, se considera que se siente lástima desde una posición de arrogancia frente a una persona a la que se considera inferior, y a la que por ello se compadece, mientras que cuando se empatiza se comprende en plano de igualdad el sufrimiento ajeno.

De esta forma la lástima y la compasión serían equivalentes o la primera llevaría a la segunda, colocando a las partes en una situación inconexa y desigual entre ellas, mientras que en la empatía existiría una mayor conexión emocional.

No obstante a mi entender esto dista mucho de la realidad ya que los tres términos operan sobre distintos aspectos.

La lástima es una emoción que surge al tomar en consideración únicamente los hechos realizados o padecidos por una persona, y no el sufrimiento que de ellos se deriva. La compasión en cambio, es una emoción que surge al tomar en consideración el sufrimiento derivado de estos hechos con independencia del juicio que dichos hechos merezcan.

La empatía por su parte se sitúa también en el marco de la consideración del sufrimiento, pero como un proceso objetivo y previo a la compasión.

Es la capacidad cognitiva de percibir lo que otra persona puede sentir, implica una comprensión intelectual del sufrimiento de esa persona, es una identificación mental con un dolor ajeno.


Cuando dicho sufrimiento es entendido como inmerecido surge la compasión, esa emoción consistente en sentir el dolor ajeno como propio, que motiva a ejercitar una acción dirigida a hacerlo desaparecer.

En la compasión se pretende que el otro deje de sufrir porque ese sufrimiento se vive en primera persona. Porque compasión significa “sufrir juntos” (padecer con), y parte de la comprensión de la igualdad entre todos los seres humanos, y por ende, de la igualdad del sufrimiento, es una implicación afectiva.


Es decir, se siente lástima ante la situación con independencia de la persona, mientras que la empatía y la compasión operan en relación al sujeto que vive esa situación.

A modo de ejemplo, ante el relato de que alguien está sufriendo porque le han robado el coche, si se sintiera lástima se consideraría penoso el hecho de que se produzcan robos. Si se sintiera empatía, se comprendería el penar de la persona víctima del robo, al entenderse que estas situaciones produzcan emociones desagradables. Y si se sintiera compasión (al entrar a considerarse además lo injusto de ser víctima de un robo), se sentiría la agresión como propia y surgirían actuaciones tendentes a reparar el daño de forma activa.

Pero tanto la lástima, la empatía como la compasión presuponen la capacidad de comprensión de las situaciones, de las actuaciones y de los sentimientos de las personas y, por eso ante la falta de dicha capacidad aparecen la incomprensión y la crueldad.

Feliz día.

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