La bondad


Pensaba hoy en la fábula de los tres cráneos.

Cuenta que en un reino lejano, fueron encontrados tres cráneos enterrados juntos ignorándose su procedencia.

El rey sintió gran curiosidad por saber a quien habían pertenecido y de que clase de personas eran.

Vivía en el reino un lama-médico, y el rey le encargó que averiguara cual de los tres cráneos correspondía a la persona más bondadosa.

El lama se llevó los cráneos y al cabo de unos días volvió y explicó:

“Cogí uno de los cráneos y pasé un alambre por un oído y observé que el alambre salía directamente por el otro. Sin duda se trataba de una persona a la que lo escuchado a los demás le entraba por un oído y le salía por el otro.

Cogí otro de los cráneos e introduje el alambre por el oído y el mismo salió directamente por la boca. Era el cráneo de una persona que contaba en el acto todo lo que había escuchado.

Finalmente cogí el tercer cráneo e inserté el alambre por uno de los oídos y éste apareció por el corazón. Esto evidencia que esta persona escuchaba con amor a los demás y sabía guardar sus secretos. Es por tanto el cráneo que corresponde a la persona más bondadosa".

Y es que la bondad no es más que la disposición a hacer el bien, de manera amable, generosa y firme, con pensamientos, con palabras y con obras.

La falta de bondad por el contrario es consecuencia del egoísmo, la mezquindad y la ausencia de grandeza humana.

El que no es bueno es incapaz de sentir compasión y ve a los demás como rivales o enemigos en potencia, a los que sería una imprudencia ayudar, cultivando la desconfianza, el rencor, la manipulación en interés propio y el odio.

La maldad supone el desconocimiento casi absoluto de los valores humanos, y el culto a la dureza de corazón como muestra de poder y fortaleza.

Jean Jacques Rousseau, en su teoría sobre el estado, propuso la hipótesis del buen salvaje, en la que postulaba una bondad innata a los seres humanos, que resultaba corrompida por la cultura y la sociedad.

Por el contrario, Thomas Hobbes, en su obra "Leviatán", partía de la premisa de que la organización social era necesaria para controlar a un ser humano innatamente malvado.

A nivel científico, una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Buffalo, EE.UU., ha revelado que al menos parte de la bondad y la generosidad de la gente se deriva de sus genes.

El trabajo, publicado en la revista Psychological Science, muestra que las variaciones genéticas relacionadas con las hormonas oxitocina y vasopresina, permiten a las personas superar los malos sentimientos y ayudar a los demás.

Pero en todo caso, se considere o no a la bondad como una cualidad innata al ser humano, lo cierto es que cualquiera puede cultivarla. Y no exteriormente para conseguir la alabanza o el reconocimiento propio y ajeno, sino en todos los momentos de la vida, porque la persona buena es buena siempre.

Porque cuando se actúa, se elige entre varias alternativas de acción, entre diversos medios utilizables, se plantea un fin, se analizan pros y contras, e incluso es posible preveer posibles consecuencias.

Y por ello es posible decidir libremente actuar de forma bondadosa, recordando que como dijo Aristóteles "la virtud es un hábito" (no un acto aislado), y sobretodo que la bondad empieza por uno mismo.

Feliz día.

2 comentarios:

  1. La bondad comienza al aceptarse como uno es y no esconderse de los demás, no juzgando a los demás sin motivo y aceptando sus circunstancias

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  2. Cierto Iniure, comienza con uno mismo.

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