Ego y desamor



Pensaba hoy en la explicación científica del dolor del desamor, del llamado síndrome del corazón roto o cardiopatía de Takotsubo.


Se da cuando una persona vive un choque emocional estresante: la muerte de una pareja, un divorcio o una separación. Entonces se genera una enorme cantidad de adrenalina, metanefrina y serotonina, lo que causa una conmoción real en el corazón, con síntomas similares a un ataque cardíaco, es decir, dolor en el pecho y falta de aliento.

En realidad el dolor surge del cerebro, que recibe las señales de una emoción, las interpreta y lo genera sin distinguir, y aún no se sabe el motivo, la causas afectivas de las físicas.
Pero al mismo tiempo, hay una parte del cerebro, la corteza cingulada, que procesa ese dolor generado, liberando endorfinas para mitigarlo.

La liberación de esas endorfinas es la causante de que algunas personas desarrollen una adicción al sufrimiento.

Resulta también curioso el hecho de que las mujeres manifiesten mayores apegos y por tanto requieran de un período de recuperación más largo. Esto se debe a que liberan mayores cantidades de dopamina y de oxitocina, porque están preparadas biológicamente para mantener el amor por más tiempo que los hombres.

La disminución masiva de dopamina genera en ambos casos un fenómeno de síndrome de abstinencia, que explica la búsqueda inmediata de otra relación para retomar los niveles de dopamina, lo que resulta infructuoso porque dichos niveles no se generan con la misma intensidad en el nuevo vínculo.

Asimismo la situación traumática provoca por un lado la disminución de la serotonina, lo que origina estado depresivo. Y por otro una activación del sistema nervioso parasimpático, que es el que genera el llanto.

Comprender la integridad “cuerpo-alma” puede ayudar a hacer frente, a través de su comprensión, a esas emociones que generan el dolor.

Ante el desamor muchas veces las emociones negativas tienen su origen en el ego.

Entendemos por ego la instancia psíquica a través de la cual la persona se reconoce como Yo, y es consciente de su propia identidad.

El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos, mediando entre la realidad del mundo exterior y la concepción propia de ser, y se nutre de lo que los demás piensan acerca de uno mismo.

Frente a dichas situaciones el ego siempre es sacudido, porque siempre está en busca de alimento, de ser apreciado.

Conocer que el ego no es el Ser permite no depender de dichas opiniones ajenas, de afectos exteriores. Permite mantener la autoestima, el autorrespeto y la autovaloración en situaciones de quiebra emocional, reduciendo e incluso cambiando las señales que recibirá el cerebro.

Feliz día.

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