La verdadera naturaleza del escorpión


Pensaba hoy sobre la confianza y concretamente en dos fábulas relacionadas con ella.

La del escorpión y la rana, que describe lo que ocurre cuando en la orilla de un río caudaloso un escorpión le pide a una rana que lo cruce al otro lado.

La rana tras negarse por temor a ser picada, accede a transportarlo ante la explicación lógica del escorpión de que no puede matarla ya que entonces ambos morirían. 

En mitad del río, el escorpión le clava su aguijón y la rana, moribunda, le pregunta el por qué, a lo que el escorpión responde: "Es mi naturaleza."

Y en la del escorpión y el maestro oriental, que explica como el maestro observó a un escorpión ahogándose y decidió sacarlo del agua. 

Cuando lo hizo, el escorpión le picó. Por la reacción del dolor el maestro lo soltó y el animal volvió a caer al agua. El maestro intentó de nuevo sacarlo y otra vez el escorpión le picó. 

Alguien que estaba observando la escena, se acercó al maestro y le preguntó: ¿pero no entiende que cada vez que intente sacarlo del agua le va a picar?.

El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar". 

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al escorpión del agua y le salvó la vida.

Estas dos fábulas nos muestran, en primer lugar, que si bien es conveniente tomar precauciones ante cualquier relación interpersonal, no por ello hay que cambiar la propia forma de obrar cuando se resulta traicionado. 

Si bien no se puede pecar de exceso de confianza o de ingenuidad, tampoco hay que dejar de dar lo mejor de uno mismo, ayudar y respetar a los demás a pesar de que en ocasiones de ello resulte una lesión.

También ponen de manifiesto la tendencia a realizar interpretaciones de los hechos llevadas por el “pre-juicio”.

Resulta sencillo concluir, que la verdadera naturaleza del escorpión es malvada, despiadada o traidora, pero eso supone aceptar la premisa de que el escorpión tiene una naturaleza asesina, y tiene que matar aunque para ello muera.

Pero la verdadera naturaleza del escorpión no es matar, sino defenderse en situaciones en las que siente temor o amenaza.

Por ello, conviene recordar que siempre es posible ver las cosas desde varios puntos de vista, y puede contemplarse la posibilidad de que el escorpión quisiera demostrarse, y demostrar, que era digno de confianza.

Al ser un animal de tierra, sin saber nadar y en medio del río, pudo surgir el miedo que lo hizo estallar y frente al pánico, reaccionó picando. 

No se trataría por tanto de un animal asesino, sino de un animal temeroso.

Y la importancia de esta visión radica en el hecho de que, si la verdadera naturaleza del escorpión no es matar, la trágica situación podía haberse evitado si el temor sufrido por el escorpión y que motivó la picadura, hubiese sido compartido antes de cruzar el río.

Pero para ello hubiera sido fundamental que el escorpión fuera consciente de ese miedo, y de que reacciona atacando, ya que sólo mediante esa toma de conciencia resulta posible inhibir la acción.

Y ahí radica la verdadera dificultad, de la que resulta el autoetiquetamiento y la aceptación del determinismo vital: el escorpión cuando teme, cuando se siente atacado, reacciona picando, pero sólo tiene conciencia de esto último.

Finalmente las dos fábulas obvian la fuerza del intelecto y de la voluntad, ya que se trata de un animal incapaz de analizar su actitud, lo que las personas sí pueden hacer.

En realidad esa eterna lucha entre naturaleza y moral es común a todos los seres humanos, y de ahí y en otro orden de cosas, la necesidad de la legislación penal. 

Frente a cada situación puede actuarse como humano, razonando, ahogando los instintos dañinos tanto para uno mismo como para los demás, o dejarse llevar por ellos.

Y por eso no vale ampararse en la propia naturaleza, porque la verdadera naturaleza humana es la mutabilidad, la posibilidad de elección entre actuar frente a cada situación como rana o como escorpión, y el intelecto y la voluntad, permiten discernir al final hasta que punto comportarse como el uno o como el otro. 

Es simplemente un juego de encajes y no una predestinación natural.

Conocerse bien a uno mismo sin legitimar las conductas en la propia naturaleza, es quizás el mayor acto de responsabilidad de la persona para consigo misma, porque en el mundo de los adultos uno NO es como es, sino como decide ser.

Feliz día.

2 comentarios:

  1. Inteligencia para reconocer nuestra naturaleza y humildad y voluntad de dialogo.Eso es lo algunas veces nos falta
    Santi M

    ResponderEliminar
  2. No creo en el determinismo, considero que todos tenemos una naturaleza dual, donde puede pesar más la rana o el escorpión según las circunstancias. No creo que se puedan justificar las acciones en base a no poder evitar ser de una u otra forma, porque como tu dices tenemos una inteligencia, una voluntad y una libertad de actuación.

    ResponderEliminar

Contador de visitas