¿El fin justifica los medios?

Pensaba hoy en la frase "el fin justifica los medios", atribuida a Maquiavelo, aunque su origen se encuentra en la obra de Hermann Busenbaum, Medulla Theoilogiae Moralis, publicada en el siglo XVII.

Dejando al margen tanto las situaciones límite, que pueden constituir la excepción existente en toda regla, como aquellos supuestos en que tanto la meta como el objetivo son nobles, la respuesta no puede depender del tipo de fin que se persiga, porque ello equivaldría a dejar a una percepción subjetiva personal el empleo de cualquier medio ilegal o inmoral, para la consecución de la meta propuesta, e incluso a convertir al fin en la coartada de los medios.

Y es que ante el planteamiento mental de cualquier objetivo, existe también la reflexión sobre los medios a emplear, es decir, la toma en consideración de las distintas alternativas de actuación posibles y de los esfuerzos, costes, beneficios y consecuencias de cada una de ellas.

De manera que resulta posible analizar las acciones desde la razón, la ética, la moral e incluso desde el más elemental sentido común, descartando aquellas que aunque pudieran resultar más eficaces, resulten dañinas para terceros o sean injustas.

Y en todo caso en esa ponderación habrá que tener en cuenta, no únicamente la consideración personal de que el fin justifica el medio escogido, sino la consideración social de la actuación.

Porque en muchas ocasiones, la obtención del fin puede comportar la propia recrimación de las acciones empleadas, resultando a largo plazo más gratificante, obtener menores resultados o invertir más tiempo en su consecución actuando por los cauces correctos, sin contradecir a la conciencia.

Y porque además la acción es también enjuiciada por el grupo social en el que se produce, y por eso tienen que considerarse los valores predominantes en la sociedad.

Pero sobre todo no debe perderse de vista, ni que las palabras muestran lo que se pretende ser pero son las acciones las que ponen de manifiesto quien se es en realidad, ni la norma básica de convivencia consistente en no hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros.

Feliz día.

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