Valorar lo que se tiene

Pensaba hoy en la frase “de tanto hacerlo sin parar, me acostumbré a respirar...”.

Y es que muchas veces ni siquiera se valora la posibilidad de respirar cada día, y lo que eso significa.

No se valora el hecho de estar vivo, tener vista, oído, salud, comida, ropa, amigos, una pareja, un proyecto, una familia, etc.

Resulta sencillo acostumbrarse a tenerlo, por el sólo hecho de que se produce de forma natural y repetida, y disfrutarlo se convierte en una rutina.

Pero no se trata sólo del hecho de focalizarse en lo que no se tiene, ni en tener constancia de que otras personas carecen de ello, ni en imaginarse el caso de que faltase, ni en no agradecer su posesión.

Se trata de no dar por sentado que siempre estará ahí, de notar la falta que nos hace, de sentir lo que nos aporta, de observar como cada pieza permite gozar de una vida completa.

Se trata de apreciar la insustituibilidad emocional, de recordar el motivo de la elección, de no olvidar aquello que hizo y hace singular a esa cosa o a esa persona.

Se trata de valorar lo que se tiene, sin necesidad de perderlo previamente, de crear el hábito de renovar periódicamente la sensación sentida al conseguir la situación deseada, venciendo esa predisposición a la crítica, y a apreciar únicamente las cosas ante situaciones de contraste.

Se trata de no dar nada por sentado, porque la vida no puede preverse ni controlarse, y valorar lo que se tiene antes de que se convierta en lo que hubiese gustado valorar.

Se trata en definitiva de comenzar desde el día de hoy a mirar alrededor, fijándose en las cosas de que se dispone y agradecerlas.

Feliz día.

2 comentarios:

Contador de visitas