La procrastinación

Pensaba hoy en la procrastinación, postergación o posposición.

Es la acción o hábito de retrasar las rutinas cotidianas, la solución de problemas personales, las decisiones e incluso las actividades de ocio, sustituyéndolas por otras actividades menos importantes pero más agradables. 

Es decir, es el “ya lo haré...”.

El acto pospuesto es percibido como abrumador o tedioso, por lo cual se auto justifica posponerlo a un futuro, pero simultáneamente, la persona procrastinadora siente ineficiencia personal, desorganización, e incluso carga con la sensación de culpa por la postergación, por lo que el coste de la procrastinación es tan alto que no compensa, resulta disfuncional.

Por eso la procrastinación va unida al "esqueismo", término acuñado para definir el hábito de utilizar la expresión “es que" a modo de locución exculpatoria, porque la disonancia se alivia utilizando las excusas.

Y es que la excusa o autoengaño, no es más que aquel motivo o pretexto insuficiente, arbitrario o poco real, que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión. 

Y el cerebro, que busca siempre el bienestar, recurre a este mecanismo porque resulta temporalmente eficaz.

Existe diversos tipos de personas procrastinadoras: la perfeccionista, que posterga hasta el momento en que pueda hacer la tarea de forma perfecta; la depresiva, que se justifica sobre la base de que no vale la pena realizar la acción; la creativa, etc.

Para combatir la procrastinación hay que dejar de poner excusas, empezar el trabajo inmediatamente, temporalizar las tareas, enfrentar los miedos confiando en la propia capacidad, focalizarse en el beneficio y no en el desgaste, y en suma, asumir responsabilidades.

Porque quien quiere hacer algo encuentra el medio, mientras que quien no quiere, encuentra la excusa.

Feliz día.

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